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Hablar de la serie “Atypical” nos ha llevado a pensar en el rol de la familia. Un rol que, como sabemos, resulta determinante, pero suele conllevar más de una incomodidad, si es que no un profundo dolor. Nos guste o no, la familia es donde comenzamos a vivir y donde nos empezamos a formar como seres sociales. Como individuos nacidos con dificultades para socializar o para aceptar lo que se suele considerar “normal”, no siempre podremos cubrir las expectativas de nuestros progenitores o satisfacer lo que nuestros hermanos, si los tenemos, esperarían; en los casos más difíciles, podríamos resultar una total decepción. No obstante, momentos como este nos han de mostrar algo más de nuestro rol como seres sociales.

Las familias, y no se nos dejará mentir, pueden atravesar por múltiples problemas y dificultades. Más de una vendrá de quienes menos se espera. Incluso, aunque duela mencionarlo, habrá momentos en que resultará normal perder las esperanzas. Y es aquí cuando hay que recordar nunca desistir, recordar que hay salida para todo problema presentado por la neurodivergencia.

A todas las familias con miembros neurodivergentes, les decimos: no están solas. Hoy en día, las NTIC permiten tener información a la mano sobre cómo ayudar a integrantes autistas y Asperger. Asimismo, las limitaciones de la comunicación no verbal pueden ser superadas mediante el aprendizaje de métodos especializados (como TEACCH) o el uso de herramientas informáticas (sorprendería conocer lo que se puede lograr con una simple tableta con Android). Aquí es cuando su rol de guardianes y orientadores se pone a prueba, para que garanticen el acceso a tales métodos y, pese a toda dificultad, puedan lograr toda clase de progresos en superar sus dificultades innatas.

Y aquí va un recordatorio para los individuos autistas y Asperger en posición de ayudar: hagámoslo. Tenemos que apoyar a quienes se les dificulte coexistir con sus pares. Necesitamos ayudar a que quienes no verbalizan tengan una voz. ¿Cómo lo logramos? Empezando desde nuestras familias, si nos toca la oportunidad; apoyando a familias amigas o cercanas, también. Eso, desde luego, incluye volvernos profesionales en materias que puedan ayudar a que individuos de nuestra comunidad puedan vivir plenamente y con la mayor autonomía posible. De esta manera, podremos apoyar a nuestras hermanas y hermanos de condición, tanto directamente como siendo modelos de rol.

A todas las familias con miembros neurodivergentes, les damos este bello recordatorio: no están solas, siempre habrá esperanzas realistas para sus familiares y descendientes, y estaremos para ayudar.

Mario Augusto Puga Valera

Activista autista