Empezar a pedir acomodaciones en la vida adulta, porque recién descubriste que eres autista, puede ser más complicado de lo que parece. He escuchado comentarios como “pero si antes no pedías [tal acomodación], ¿por qué ahora sí?”, “estás usando el autismo como excusa” y “solo quieres llamar la atención”.
Lo que muchas personas no saben es que, además de escuchar esos comentarios externamente, muchas veces pueden aparecer en nuestra propia mente, cuestionándonos a nosotros mismos. Una suerte de síndrome del impostor. De por sí ya es difícil pedir algo con esas ideas en nuestra propia mente como para que encima te respondan de esa misma forma en diferentes ocasiones. Yo diría que hace aún más difícil intentar pedir algo una siguiente vez.
Claro, es que hemos sobrevivido mucho tiempo pensando que exageramos, sin ver que en realidad nuestro funcionamiento neurocognitivo es diferente y sí percibimos la vida de forma única. ¿Podríamos seguir sin pedir ciertas acomodaciones? Seguramente, ¿pero a qué costo? ¿Meltdowns y shutdowns constantes, perder la capacidad de hacer y funcionar por días, debido a la saturación mental?
Algo que me ha servido a mí en algunos contextos es no decir que soy autista (y que por eso me ayudaría tal acomodación), sino solo decir, por ejemplo, que soy más sensible al ruido y, por eso, me gustaría que regulen el volumen del ambiente. Lamentablemente, cuando expresas tu identidad con un nombre específico, hay gente que piensa que es una excusa y una etiqueta nada más. A veces toleran mejor que solo expreses una característica.
La evaluación del contexto siempre será importante. Cuando estés con tus personas seguras, podrás ser más tú que en cualquier otro momento 🤍
Escrito por: Lucía García / Psicóloga en EITA