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En abril, el mes de concientización sobre el autismo, vale la pena recordar algo que ya necesita volverse una verdad de perogrullo: la reivindiciación de las personas autistas no es una competencia de quién “sufre más” o quién es “más normal”. Algo que, lamentablemente, sigue sucediento y, de continuar, amenaza con frustrar todo esfuerzo nuestro en la materia.

La principal manifestación de esta mentalidad de “competencia” yace en la separación entre los autistas de “alto funcionamiento” y los de “bajo funcionamiento”. Los primeros, según el saber cotidiano, apenas sí requieren de alguna ayudita; los segundos son prácticamente muertos en vida (ni qué decir de los Asperger, para mucha gente, neurotípicos en negación). Y dicha competencia suele manifestarse en decidir quién necesita “lástima” y quién “acapara” ayuda que podría ir a otro, o quién “se la lleva fácil” solo por tocar ciertos casos y dejar de lado otros.

Si insistimos que la concientización sobre el autismo solo toque los elementos más difíciles y “dolorosos” para los neuortípicos, pues va muy mal. Si solo se enfatiza a quienes sí pudieron desarrollarse pese a sus dificultades y viven con plenitud, también estamos actuando incorrectamente. Tenemos que ver todo lo que engloba el espectro autista, sin excepciones o atajos intelectuales. Debemos dejar de lado idealizaciones innecesarias o discursos fúnebres: autistas de “alto funcionamiento” y “bajo funcionamiento” requieren de nuestra ayuda, y hemos de brindársela sin poner excusas.

Obviamente, esto no quiere decir dejar de analizar las peculiaridades del espectro autista y sus ventajas en diversos ámbitos. Tampoco quiere decir hacer a un lado genuinos problemas en el desarrollo o comorbilidades. Lo que necesitamos es la ascética mirada profesional para encarar el tema, ver qué clases de ayuda se necesitan caso por caso y qué apoyos se pueden implementar de forma generalizada.

Sí, es una labor bastante difícil e incómoda: fomentar la neurodiversidad en el Perú lo es. Quienes buscamos la neurodiversidad necesitamos complicarnos la vida por el bienestar de toda persona en el espectro. Como en más de una ocasión lo mencionamos: la “diversidad” no es sinónimo de “comodidad” o “facilidad”, sino de “aceptación”.

Aprovechemos el mes de abril para concientizarnos nosotros mismos acerca de cómo estamos enfocando el apoyo a las personas autistas y evitar las mencionadas “competencias” innecesarias. Porque la neurodiversidad sí requiere cambiar la mentalidad.

Mario Augusto Puga Valera

Activista autista