Siguiendo la línea de reflexión del post de Ernesto sobre este 2 de abril, me puse a pensar en el impacto que tiene el reconocimiento de la neurodiversidad por parte de la ONU.
Cómo ya he comentado en posts anteriores, muchas de mis participantes sienten que para un grupo extenso de la población, sus características no son validadas. Podría decir que de los mayores desafíos que esto genera es la falta de reconocimiento y acción sobre las dificultades y retos que tienen durante su vida. El paradigma de la neurodiversidad ofrece un marco para una sincera validación de las mujeres autistas. Sobre de todo de aquellas a las que se le dieron diagnósticos como ansiedad y/o depresión sin reconocer que eran autistas o también la validación de las acomodaciones que se les negaron cuando buscaron mil formas de pedirlas para que no suenen como “un capricho”. Este reconocimiento de la ONU, nos da un sustento más y que muchas veces las instituciones exigen para recién actuar de forma eficiente frente a las necesidades de las personas autistas a su alrededor.
Sigamos hablando de la diversidad en las mujeres autistas, porque aún no es suficiente.
Escrito por: Andrea Mesones – Psicóloga en EITA