La idea central de la neurodiversidad implica oponerse a cualquier forma de capacitismo. Del mismo modo, sostener este paradigma requiere comprender la discapacidad como una realidad propia de la condición humana, la cual debemos apoyar.
Algo positivo de estos últimos años es cómo, gradualmente, hemos cambiado nuestra perspectiva sobre la discapacidad y las comunidades discapacitadas en nuestro entorno. Nos hemos ido alejando de la conmiseración paternalista, la cual consideraba tal situación como “lamentable” o “abominable”, para ir hacia una mirada desde los derechos humanos y los apoyos.
Como EITA, nuestra misión también incluye trabajar en las personas con discapacidades como sujetos de derechos, cuyas necesidades necesitan ser abordadas de forma cuidadosa y precisa. Tal abordaje requiere quitar muchos prejuicios con los que, desgraciadamente, seguimos creciendo (por ejemplo, la idea de que “cada uno baila con su propio pañuelo). Confiamos en que, mediante nuestro ejemplo y la difusión de nuestros saberes acumulados, podremos superar estos obstáculos aprendidos socialmente.
De esta forma, si bien es muy temprano para celebrar, también podemos estar satisfechos de que vamos por buen camino. Confiamos en que podremos apoyar a las comunidades discapacitadas, incluyendo las neurodivergentes, mientras sigamos existiendo como organización.