Vivimos desde hace 223 años en un país que logró su libertad y conformó una república, donde en la práctica no todos gozan de las mismas libertades, derechos y ciudadanía. La forma de tratar a los neurodivergentes, a quienes somos autistas en particular, y a quienes presentan impedimentos y discapacidades, así como la dificultad de acceso a detecciones tempranas, a intervenciones y apoyos, y al acceso a la salud, educación, vivienda y empleo, nos habla de un país donde la libertad para ser y alcanzar un bienestar apropiado a las necesidades y competencias particulares es una realidad aún ajena.
“Somos libres, seámoslo siempre”, reza nuestro himno. No, aún muchos no lo somos ni, históricamente, como comunidad autista, lo hemos sido. Podremos decir “viva el Perú” cuando eso pase.
Mientras, sigamos luchando por construir una república donde cada autista se sienta respetado, digno: ciudadano.