No es secreto que las personas autistas y Asperger se encuentran con grandes obstáculos en el Perú. Tampoco lo es que múltiples organizaciones e individuos (entre estos, EITA y ASPAU, como otras) buscan mejorar cómo viven los individuos dentro del espectro autista. Sin embargo, se requiere un activismo mucho más coordinado y con objetivos claros en cuanto a cómo mejorar la calidad de vida de las personas autistas y Asperger. Para ello, necesitamos tener muy presentes varias ideas sobre cómo encaminar tal activismo. Aquí, sugerimos tres ideas fundamentales con tal objetivo.
La primera idea necesaria es ir siempre de la mano con el conocimiento especializado. Luchar por los derechos de las personas autistas y Asperger requiere abrir la mente a las neurociencias y evidencias científicas sobre cómo se manifiestan tales condiciones. Eso se vuelve particularmente cuando se trata de la niñez y adolescencia: la crianza de individuos en el espectro autista requiere romper con “sentidos comunes” sobre maternidad y paternidad. Y no solo queda en adquirir tal conocimiento especializado: impartirlo a otros miembros de la sociedad se convierte en tarea fundamental.
De aquí proviene la segunda idea necesaria: aceptar que “normal” y “deseable” no son sinónimos. Es importante recordarlo cuando se trabaje a favor de individuos autistas no verbales o con condiciones adjuntas. La neurodiversidad no niega, de ninguna manera las dificultades provocadas por múltiples condiciones neurológicas; más bien, promueve la aceptación incondicional de dichas condiciones para, de esta forma, trabajar en resolver los impedimentos que provengan de estas. Nuestra segunda labor, entonces, consiste en siempre tener presente que no tratamos de “normalizar” a individuos diferentes, sino de guiarlos a que vivan a plenitud con sus diferencias.
La tercera idea necesaria requiere de mucho más tacto: rechazar cualquier visión instrumentalizadora o basada en sacar provecho. No hablamos de formas de pensar abiertamente deshumanizantes; nos referimos a la perspectiva de que las personas autistas y Asperger valen por lo que pueden aportar. Si bien eso forma parte de luchar contra prejuicios usuales, también se puede llevar al extremo de sugerir que los únicos individuos dentro de la comunidad TEA que merecen apoyo y visibilización son aquellos capaces de comunicar sus habilidades e intereses en provecho mundo neurotípico. Nada de eso va con nuestro activismo y con la neurodiversidad. Necesitamos enfatizar que las personas autistas y Asperger valen y deben ser apoyadas por su mera condición humana.
Estas son solo tres ideas para encaminarnos hacia la neurodiversidad, pero nos servirán como un muy oportuno punto de partida. Nuestra causa pasa, esencialmente, por reivindicar el pleno valor humano de cualquier individuo autista y Asperger. En el camino, encontraremos que yendo con el conocimiento especializado, aceptando la normalidad de lo que consideramos “anormal” y buscando defender el valor humano, podremos formar un activismo genuinamente neurodiverso.
Mario Augusto Puga Valera
Activista autista