El retorno a la aldea. Neurodiversidad, autismo y electronalidad, de Ernesto Reaño, es no solo una introducción al concepto de “neurodiversidad”: también ilustra una perspectiva de la clase de sociedades a las que nos dirigidos en estas primeras décadas del siglo XXI. Se trata un trabajo que no habría sido posible sino en la sociedad que Manuel Castells llama la “sociedad red”, que nos habla en el contexto de este inmenso cambio comunicacional y social perceptible a nivel mundial y cómo este nuevo contexto permite a las personas autistas y Asperger participar a plenitud de la socialización, dentro de sus particularidades.
¿Cómo se produciría tal socialización? El libro de Reaño explica muy bien cómo la etapa escribal de la historia humana, tema tratado por Biondi y Zapata, y su intrínseca necesidad de homogeneizar las sociedades humanas llevó a un rechazo al “diferente”, a quien representaba un obstáculo para tal estandarización social y cultural que se requería. Asimismo, con la etapa electronal, el dominio del lenguaje tanto oral como escrito se vuelve el factor por el cual un individuo es valorado como útil a la sociedad o no, si es capaz de ejercer un rol o si debe ser apartado. Demás está decir que tal concepción social ha perjudicado sobremanera a las personas en el espectro autista, quienes tienden a problemas con el manejo del lenguaje y la comunicación (desde quienes no verbalizan hasta quienes tienen dificultades menores).
Justamente, ahí es cuando la transición hacia la etapa electronal se vuelve un episodio trascendental para las comunidades autistas y Asperger. Por un lado, se retoma varios aspectos de la etapa oral y se disminuye la centralidad del manejo del lenguaje en la comunicación; se pueden aceptar otras formas de comunicarse que vayan más allá de la palabra escrita. Por otro, el empleo de las nuevas tecnologías de información y comunicación (NTIC) permite facilitar infinitamente la comunicación a las personas en el espectro autista de acuerdo con las dificultades que presenten. De esta forma, los aspectos más perjudiciales del espectro pueden ser remediados y, en vez de pensar en conmiseración institucional, hemos de repensarlos como apoyos a individuos con todo derecho de existir y de interactuar al interior de nuestras sociedades.
Y vale la pena resaltar un aspecto fundamental de las NTIC que dieron origen a la etapa electronal y la sostienen: han provenido de mentes propias del espectro autista. Reaño destaca, con especial énfasis, la capacidad de sistematización intrínseca al cerebro autista; tal capacidad, en un espacio apropiado, se suma a los grados de hipersensibilidad de individuos en el espectro para desarrollar formas de conocimiento capaces de aprovechar mucho más el mundo a nuestro alrededor. El ejemplo más saltante, justamente, resulta el desarrollo de las NTIC, cuya masificación conforma un pilar de lo que Manuel Castells denomina la “sociedad red”.
Y de estas nuevas tecnologías, desarrolladas con ayuda de la mente autista, es de donde surge el mencionado “retorno a la aldea”. ¿A qué se refiere? Pues a la idea de la “aldea global”, planteada por Marshall McLuhan. La presencia de las telecomunicaciones permite una sensación de cercanía e inmediatez, en que el tiempo y el espacio suponen obstáculos mucho menores para la comunicación e interacción sociales. En este sentido, la convivencia humana a nivel mundial se vuelve mucho más parecida a la propia de una aldea, de un asentamiento pequeño en que todo el mundo se conoce. Con el retorno a esta forma de vida y al retomarse elementos de la etapa oral, la que caracterizaba la vida comunal antes de la escritura, permite que se valoren alternativas al uso del lenguaje alfabético para la comunicación. Sumado esto a la apreciación de la sistematización de la mente autista, se abre todo un mundo de posibilidades para la reivindicación social de las comunidades autista y Asperger.
No obstante, cabe mencionar algo muy importante, tomando en cuenta lo planteado por el libro: McLuhan no mencionó el concepto de “aldea global” como intrínsecamente positivo. Todo lo contrario: dio a entender la naturaleza desordenada, intranquila, dividida y contradictoria propia de una aldea. Si a esto sumamos cómo la electronalidad privilegia la percepción de los hechos frente a la objetividad, estamos ante un peligro muy real: los enemigos de la neurodiversidad aprovecharán las ventajas de la electronalidad para difundir su mensaje de desprecio y rechazo a la aceptación de las comunidades autistas y Asperger. Por un lado, tendremos a grupos pseudocientíficos o pseudointelectuales (antivacunas, deterministas biológicos, patologizadores); por otro, quienes lo hacen desde el puro sentido común (quienes ven el “autismo” como sinónimo de “niños indisciplinados”, por ejemplo). Ambos grupos de enemigos ya están aprovechando la peculiaridad de la comunicación electronal para difundir sus nocivos mensajes. Contrarrestar tales mensajes aprovechando las NTIC está como parte de nuestra misión.
Para concluir, El retorno a la aldea es un punto de partida para repensar el espectro autista y su impacto en la sociedad. También sirve para darnos cuenta de los modos de comunicación y las diferentes mentes que están siendo recibidas dentro de la sociedad red y cómo asumen el gran cambio social que se lleva a cabo en el siglo XXI. Corresponderá a las distintas disciplinas encargadas de estudiar el conocimiento humano (neuropsicología, sociología, pedagogía, etc.) prestar atención a las ideas planteadas libro de aquí en adelante y ayudar al cambio social tan necesario para las comunidades autistas y Asperger.
Mario Augusto Puga Valera
Activista autista