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En A brave new world (“Un mundo feliz”), escrito en 1932, Aldous Huxley planteaba una distopía donde el ser humano no nacía ya por fecundaciónentre humanos sino “in vitro”, en laboratorios especiales. Allí se manipulaban los atributos y destrezas según los cuáles algunos serían la clase dominante, otros los mandos medios, otros operarios, empleados y los que harían tareas totalmente serviles. El nacimiento era totalmente eugenésico.

“Eugenesia” tiene sus raíces en el griego ‘eugoniké’ (‘buen origen’) y ‘guenós’ (‘parentesco’). Como doctrina, entonces, es la que busca intervenir en los seres humanos para aislar aquellos rasgos hereditarios que sean determinados como deseables o superiores, en desprecio de otros carentes de valor para el grupo social que promueve esta ideología.

Así hicieron los nazis, como política, al castrar y eliminar a personas discapacitadas, aparte de los grupos étnicos considerados inferiores. La idea era el crear una raza superior, sin “defectos”.

Hace poco leí una noticia a la cual no di fácilmente crédito: En Islandia se erradica el Síndrome de Down, al parecer, el 100 % de las mujeres, gracias a nuevas técnicas, más tempranas que la clásica amniocentesis, deciden abortar a todo feto que ha sido señalado con alta probabilidad de presentarlo. La noticia no es falsa, en Inglaterra ya el 90 % de las mujeres deciden abortar a fetos que presentan el Síndrome de Down.

Esto abre un debate bioético crucial. Si bien la eugenesia no es política de Estado, en estos países, la ausencia de Estado, mas bien, está llevando a la misma.

En el 2009 hubo un debate sobre un posible screening que se estaría desarrollando, similar al del Síndrome de Down, para el Autismo. Muchos se opusieron a ello diciendo que esto podría llevar a abortos por eugenesia. Otros decían que era importante para preparar el entorno para el nacido autista igual que como se hace para quien nace con Síndrome de Down. Hoy vemos que no se trata de preparar a los padres a saber cómo convivir con estas personas sino de darles el poder de eliminar la posibilidad de existencia de estas personas mismas. En aquella época Baron-Cohen señaló respecto del tema del screening prenatal en Autismo: “Para el registro, creo que si había una prueba prenatal para el autismo (y no hay ninguna todavía), mientras que algunos padres pueden ejercer su derecho legal a optar por una terminación, no estoy a favor de discriminar a un feto puramente porque podría desarrollar la condición.”

Razón no le falta a Baron-Cohen. Los genes del autismo están cifrados junto con aquellos del talento y que serían los mismos que hemos necesitado como especie para desarrollar cultura. Recientes investigaciones de la universidad de Edimburgo (2015) confirman que los genes de lo que llamamos “talento”, “inteligencia”, “habilidades cognitivas”, están fuertemente relacionados con la genética del autismo (Clarke et al., 2016): los individuos sin autismo que poseen genes asociado, puntúan mejor en habilidad cognitiva general (g), memoria lógica e inteligencia verbal.
De modo similar, Bets et al. (2015) hacen hincapié en la paradoja de que, por un lado, las personas autistas (o con muchos rasgos, lo que solemos llamar “fenotipo autista ampliado”) poseen un estilo cognitivo que conduce a la creatividad.

Como bien señala Temple Grandin en el libro de Solomon (2015), “Lejos del árbol”: “Sería bueno que se pudieran eliminar las formas más graves de autismo no verbal, pero si se eliminase toda la genética del autismo, se eliminaría a los científicos, los músicos y los matemáticos, y todo lo que nos quedaría serían estériles burócratas.
Contemplo en mi mente una imagen de los hombres de las cavernas conversando alrededor de la fogata y, alejado de ellos, el Aspie tallando el primer arpón de piedra, imaginando la manera de atarlo a una vara y cortando el tendón de algún animal para hacerlo. La gente social no produce tecnología.”

Nuevamente, este es un debate sobre bioética: así como se ha empezado a erradicar el Síndrome de Down, serán erradicadas otras formas de neurodiversidad: Autismo, Asperger, Déficit de Atención, Dislexia, etc. todo lo que se considere “inferior”, obviando que los genes de todas estas personas contribuyen a la creatividad y potencial del ADN humano. Física y mentalmente.

Hasta escribir estas líneas era un convencido de que el aborto era un derecho irrestricto de la mujer. Luego de meditarlo y por lo expuesto, y creyendo que hay muchos casos válidos para la interrupción del embarazo (violación, riesgo de la vida de la madre, niños que perecerán irremediablemente o cuya calidad de vida será muy complicada), los Estados deben velar, prever e impedir que estos sean realizados por razones eugenésicas. Aquí no están en juego parte de los derechos de las mujeres sino el futuro del ADN humano en general.

Ernesto Reaño