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El diario El Comercio publicó una nota absolutamente alarmante: los casos de acosos escolar* en Lima y el Callao van en aumento durante los últimos años. La noticia apareció, como es de costumbre, en su página corporativa de Facebook. Lamentablemente, como se podía esperar, vino una oleada de comentarios prejuiciosos y malintencionados, los cuales añoraban la época en que los niños se “defendían solos”, aceptaban e incluso justificaban el acoso escolar, culpaban a las víctimas e incluso despreciaban los esfuerzos psicológicos por contrarrestar dicho grave problema.

Desde luego, no reproduciremos tales comentarios por respeto al público. Pero pueden ser vistos con este enlace a la págian de El Comercio en Facebook.

Nos equivocaríamos si pensamos que tales comentarios son únicamente fruto de “trolls”. Más bien, demuestran el punto al que la violencia y el abuso hacia el más débil se ha normalizado en la sociedad peruana. No solo hablamos de la “tradición autoritaria”, expuesta por Alberto Flórez Galindo. Hablamos de la “cultura combi” y de la “viveza criolla”. En el Perú, se considera normal e incluso deseable aprovecharse de las personas débiles o en situación de desventaja, el “vivo” contra el “cojudo”. La disfuncionalidad institucional impide frenar esta forma violenta de convivir, al punto de que las mismas autoridades la aceptan. En estas circunstancias, el ser “vivo” o “cojudo” se acepta como parte del contrato social para vivir y desarrollarse en el Perú. Y cualquier intento de quebrar estas formas violentas de convivencia recibe no solo rechazo, sino también desprestigio social, cuando no la sospecha de una trampa. Gonzalo Portocarrero, con toda razón, se refiere a lo que llamamos “cultura combi” como “sociedad de cómplices”.

La prevalencia del acoso escolar no puede ser vista fuera de la “cultura combi” o “sociedad de cómplices”. Y los comentarios a la noticia de El Comercio así lo demuestran. Se prefiere la idea de que el “lorna” ejerza violencia contra su agresor o que, simplemente, se aguante y acepte. Así aprenderá a convivir en una sociedad donde abusar del otro y actuar con violencia se acepta como normal y necesario. Por eso las ideas de intervención de profesionales se rechazan, ya que los vuelven “débiles” o “maricones”, incapaces de lograr la complicidad en el abuso y agresividad necesarias para coexistir en el Perú. Un panorama así, por tanto, dificulta muchísimo, si no es que imposibilita, erradicar o disminuir notablemente el acoso escolar.

¿Y qué tiene que ver eso con la comunidad autista y Asperger? Todo. Las personas autistas y Asperger, por su propia condición, presentan grandes dificultades, incluso incapacidades, para socializar o aceptar normas tácitas de coexistencia. La cultura de “vivos” y “cojudos” en el aula se basa justamente en socializar “a la mala”, en ingresar al mundo y adaptarse o morir. Los problemas innatos a individuos autistas y Asperger no son excusa para los “vivos” o “bravucones”. Hasta el poder defenderse requiere de socializar para lograr alguna clase de apoyo. Y las explicaciones psicológicas poco o ningún poder tienen; es más, pueden considerarse parte de la “mariconada” que ahora dicen que se enseña a los niños en vez de la autodefensa. Este problema, debido a cómo se configura la sociedad peruana, no desaparecerá al terminar las etapas escolares; por el contrario, podría empeorar en otros ámbitos sociales. Por tanto, las comunidades neurodivergentes son, de por sí, víctimas potenciales del acosso escolar y de la “sociedad de cómplices” en la que existimos.

¿Y qué hay de la educación especial, la que ha de atender sus necesidades específicas? ¿Qué hay del personal psicológico dedicado? Hay que recordar que la gran mayoría de autistas y Asperger no transitarán por esta. Una gran cantidad de ellos, en particular los Asperger, pasan por neurotípicos. Es más, apenas desde la década pasada se empezó a tomar en serio el síndrome de Asperger (!). Por tanto, se ven sometidos a todas las implicancias de ser una persona “normal” en la escuela y en la vida social, se espere que acepte la “complicidad” en el sistema de violencia y abusos y se “haga respetar” o sufran las consecuencias. Sin un personal preparado o sin políticas claras, tanto a nivel escolar como social, no hay cómo proteger a las comunidades divergentes en el Perú.

Gracias a los reprobables comentarios a la noticia de El Comercio, hemos podido encontrar al mayor enemigo de la neurodiversidad en el Perú: la “cultura combi” o la “sociedad de cómplices”. Esta es pilar del acoso escolar en aumento y todas las excusas que se le ponen para no tomar acciones; esta será la causante de muchísimo sufrimiento a individuos neurodivergentes en la vida escolar y en toda su vida cotidiana. Y, no nos engañemos, será muy difícil derrotar a este gran enemigo: se lo ha aceptado como una forma normal de vida, deseable en el peor de los casos. ¿Esperaremos a lo peor para empezar el combate contra la “sociedad de cómplices”?

Desde luego, no reproduciremos tales comentarios por respeto al público. Pero pueden ser vistos con este enlace a la págian de El Comercio en Facebook: https://www.facebook.com/elcomercio.pe/posts/10155202924023836

* Preferimos usar la frase en español en vez del anglicismo “bullying”.

Mario Augusto Puga. Persona Asperger, bachiller en sociología y especialista en tecnología, activista.